viernes, 19 de agosto de 2011

METRO PARRIBA, METRO PABAJO

Buscar piso en Madrid no fue fácil. Si no vimos 20 pisos, no vimos ninguno. Imagínate el panorama de 4 "andaluces catetos" en la capital en la que nunca antes habíamos estado. Buscábamos, y al no conocernos las zonas, lo mismo íbamos a ver un piso que estaba por la zona de La Coma y a la hora siguiente teníamos que ver otro piso por Pacífico... Vimos de todo: Un piso en el que el casero, un Granaíno, nos decía que la cocina no necesitaba extractor de humos o que se reserva una habitación "pa sus papeles"; otro en el que aún se olía el nauseabundo perfume a anciana (difunta madre de la actual casera); caseras locas que nos ofrecían el catálogo del Ikea para remodelar el piso (que luego no nos alquilaría porque su madre no quería...), y otros muchos por el centro, por embajadores, por vallecas, pisos en los que tenías que tener la luz encendida las 24 horas del día (de la luminosidad que tenían), pisos en los que las divisiones de las habitaciones eran más o menos mamparas de ladrillo sin ningún tipo de carpintería, habitaciones con respiraderos por ventanas, y un largo etcétera. Finalmente conseguimos uno bastante asequible cerca de Avenida de América, por el Auditorio Nacional.
Al principio no me gustaba Madrid. Se me quedaba grande no, lo siguiente.
Acostumbrado a moverme en Edimburgo en bici "d'allí p'acá", de ser la mayor de las distancias media hora de un sitio a otro y andando, pasaba a tener media hora en metro sólo para ir a clase. ¿Al centro? 15 minutos en metro, 30 en bus o 1 hora andando. Un dia me comentó un amigo: "No eches cuentas de los días que pasas en el metro porque te asustarás..." De los 11 meses que he estado en la Capital, seguro que por lo menos uno ininterrumpidamente es como su hubiese estado en el metro viviendo. Los primeros meses pasaban lentos, encontré trabajo en un restaurante por la zona de Moncloa, y cuando no estaba en clase, o haciendo cosas del Máster, estaba trabajando los findes en el restaurante, haciendo de camarero o barman, según la ocasión y apenas tenía tiempo para salir. En Octubre me seleccionaron para hacer un curso de vendedor en El Corte Inglés, así que entre el curso por las mañanas, las clases por las tardes y el restaurante por las noches, no tenía tiempo para nada. Las horas pasaban, los días se escurrían de entre las manos.
Algunas salidas, algunas entradas... claro, pero eso fue al principio...